LOIGICA lleva trabajando con emprendedores, empresarios y empresas por más de diez años. En ese tiempo, hemos llegado a algunas conclusiones importantes sobre emprender en Estados Unidos. Conclusiones, ideas y consejos que no queremos esconder en un archivado. Por eso, hoy, se los dejamos, un poco erráticamente, a su disposición en este blog. Con un estilo distinto, esperamos que les sean útiles.
Consejo #1: Antes de que te des cuenta, estarás aprendiendo qué es «hacer empresa»
Hay un mito muy poderoso (casi irresistible en su seducción porque se alinea perfectamente con la idea de un destino que alguien «elige») acerca de la fundación de una empresa: la idea de que en algún punto concreto, específico, puedes decir “ahora soy empresario” o “he fundado mi negocio,” como si el acto de presentar un formulario al IRS o la obtención de tu LLC significaran que ya está todo listo.
Es muy probable que te encuentres atrapado en una especie de limbo donde cada día el negocio se te siente incompleto, y de hecho, lo está. Siempre lo está. Lo que nadie te cuenta es que la idea de «empresa» en sí no es tanto un objetivo final como un proceso interminable, donde todos los días estás lidiando con cosas que ni siquiera sabías que existían el día anterior.
Los formularios, las cuentas bancarias, los permisos locales (ahora empieza el festival de acrónimos y siglas que te harán preguntarte si a alguien en las agencias públicas le gusta el Scrabble tanto como a ti). Y entonces, cuando finalmente crees que has pasado lo más difícil, te das cuenta que ni siquiera has comenzado a vender (tienes producto, pero ¿qué es eso de «market fit»?).
Consejo #2: El mito del networking como si fuera una varita mágica
Lamentablemente, “hacer contactos” (que, como en tantos otros campos, tiene un aura de actividad clave que se te vende como si fuera la piedra filosofal del éxito, pero que, cuando lo piensas, parece casi tan intangible como esa piedra mágica) no funciona como crees. Es decir, claro que hay eventos, plataformas como LinkedIn, grupos de emprendedores en Slack (bueno, miles de plataformas y apps de mensajería para emprendedores que parecen competir por ver cuál crea más FOMO en el menor tiempo posible). Y sí, te contaré el secreto: lo harás, y lo harás mucho. Pero no va a ser como piensas.
La gente no se va a lanzar a darte trabajo o financiamiento solo porque has intercambiado tarjetas de presentación (ese es el nivel «fantasía de película de negocios tipo The Social Network«). La realidad: los contactos valen si les das tiempo, cuidado y esfuerzo. Si los cultivas como si fueran tus propios empleados (por cierto, esto aplica a tus futuros empleados también). Porque algo pasa cuando te conviertes en emprendedor: todo se convierte en relaciones. Y las relaciones requieren un tipo de paciencia que no tiene nada que ver con el ritmo frenético que demanda la creación de un negocio.
Así que sí, haz tu networking, pero hazlo sabiendo que es sembrar. No habrá frutos inmediatos, pero si lo haces bien, con tiempo, esa persona que conociste en una conferencia de emprendedores podría ser la que te conecte con tu primer cliente de verdad (pero quizá sea en seis meses o un año y no la semana que viene).
Consejo #3: El día en que te das cuenta de que tus empleados son más importantes que tu «visión»
Y esto probablemente suene a un cliché empresarial de manual de autoayuda, pero te aseguro que es verdad de una manera tan brutal que te sorprenderás de lo poco que se habla de esto en las conferencias TED. Cuando empiezas a contratar gente (porque, claro, emprender también implica darte cuenta que no puedes hacerlo todo tú solo aunque lo intentes con todas tus fuerzas), es muy fácil pensar que son solo un componente de tu gran plan (ese plan que escribiste en algún momento entre las 2 y las 4 de la mañana después de consumir una cantidad irreal de café).
Pero la realidad es otra: tus empleados son el negocio. No son un recurso, ni una extensión de tu visión. Son las personas que lidian día a día con los problemas que tú probablemente no veas porque estás ocupado intentando sobrevivir a la maraña legal del siguiente paso (¿sabías que a veces hay tres impuestos municipales diferentes dependiendo de dónde vivas? No es chiste). Son las personas que tratan con tus clientes, que ven los detalles del día a día que a ti se te escapan. Y, sobre todo, son los que pueden decidir si el ambiente en tu empresa es algo en lo que ellos quieren estar o no.
Empieza a construir una cultura empresarial desde temprano, pero no esa cultura forzada de slogans pegajosos y actividades de integración. En lugar de eso, habla con tus empleados, escucha lo que quieren. No es un consejo del tipo «mantente cerca de tu equipo para mejorar la productividad,» es más que eso. Ellos son, literalmente, quienes llevan el peso del día a día cuando tú estás luchando con los más profundos misterios del SEO. Si no los cuidas, el peso será demasiado grande.
El día a día es la verdadera batalla (pero no estás solo)
Al final del día, el trabajo de emprender es justo eso, trabajo.
No es ni ese momento de epifanía que te venden las películas de Silicon Valley, ni esa perfección de las oficinas llenas de paredes de vidrio y macetas minimalistas en las fotos de las startups que ves en Instagram. Se trata de los detalles más pequeños (y a veces los más absurdamente frustrantes). Se trata de cómo manejas las reuniones que empiezan con el clásico “esto no es lo que esperábamos” y terminan con más preguntas que respuestas. Se trata de cómo decides qué pagar primero cuando las facturas no paran de acumularse en una especie de juego de tetris financiero, que cada vez avanza más rápido (y no puedes pausar).
El mundo de los negocios es caótico, desordenado y, francamente, desmoralizante a ratos (si alguien te dijo que era siempre emocionante y lleno de grandes momentos, claramente estaba vendiéndote algo). Pero lo interesante es que en esos momentos de caos y frustración es cuando realmente creces como emprendedor. Cada obstáculo que superas no solo te acerca un poco más a tu meta (esa meta que, por cierto, puede seguir cambiando mientras avanzas, lo que es otra pequeña ironía), sino que te enseña algo que ningún curso en línea ni conferencia puede ofrecerte.
Está bien no hacerlo todo solo. Es más, no deberías hacerlo todo solo. El emprendimiento puede ser solitario, como ya hemos dicho, pero no tiene por qué serlo siempre. Ahí es donde entramos nosotros: LOIGICA. Así que, mientras tú te concentras en lo que realmente importa—conseguir clientes, innovar, adaptarte, sobrevivir a los días duros y disfrutar los días buenos—, el resto déjanoslo a nosotros.